Texto: Héctor Montes de Oca
Muchas veces ya se han fotografiado las diversas arquitecturas de Veracruz. Miles de imágenes muestran nuestros edificios de una y mil maneras, a todas horas y en cualquier época del año. Las imágenes se difunden por todos los medios y a nivel global. Lo han hecho fotógrafos profesionales y amateurs, algunos por simple entretenimiento, otros como encargo profesional. Sin embargo, su calidad dista por mucho de ser similar.
Por cada imagen de Carlos Cano que vemos, hay 1500 fotógrafos empeñados en mostrar de manera simple los espacios que usamos para vivir. Me queda claro que mucha de la arquitectura de Veracruz no tiene la majestuosidad de otros lugares de México; sin embargo, no veo porqué las pequeñas iglesias de pueblos veracruzanos no puedan ser fotografiadas con los mismos cuidados que la Catedral de Zacatecas o la iglesia de Santo Domingo en Oaxaca.
Hay iglesias, puentes, fachadas, parques, espacios públicos diversos que han sido fotografiados sin mostrar realmente la magnitud y belleza que representan. Los emplazamientos se repiten hasta el hartazgo mientras la ausente autocrítica alimenta nuestra ignorancia y falta de aspiraciones como artistas del lente. Invito a nuestros lectores que revisen mentalmente las últimas 3 o 5 imágenes que han visto de la catedral de Xalapa para ilustrar adecuadamente este argumento.
A pesar de los trabajos de artistas consumados como Adrián Mendieta, Jorge Acevedo, Manuel González, Byron y Carlos Cano, por citar algunos de los más destacados, la gran mayoría de las imágenes que se nos presentan destacan por su falta de calidad.
Así como estos autores han mostrado con maestría los usos de los filtrajes, la aplicación del blanco y negro o bien la imagen de gran formato bien expuesta, la búsqueda de una atmósfera personal que reinterprete la escena ante nosotros parece eludirse de la gran mayoría de los fotógrafos locales.
Hay grandes ausencias en nuestras imágenes de arquitectura; por ejemplo, muy difícilmente vemos formatos diferentes al de 35 mm. Las ópticas del medio y gran formato brillan por su ausencia, aún la creciente cantidad de imágenes digitales prefieren conformarse con su óptica original, no hay corrección de perspectiva y los usos del retoque son realmente limitados.
Otra gran ausente es la panorámica. Estoy de acuerdo si se me responde que todas la panorámica es uno de esos tipos de fotografía que casi son un género por sí mismos, que se debe ser especialista para desarrollarlo y cosas por el estilo pero ello no es pretexto suficiente como para abandonarlo. Sobre todo si las nuevas tecnologías pueden hacer más accesible la creación de panorámicas desde plataformas híbridas o bien plenamente digitales.
La fotografía de arquitectura es un tentación permanente para todo aquel que tiene una cámara y los resultados pueden sorprendentemenete buenos. Un ejemplo notable de ello es el trabajo que varios periodistas nos han mostrado. Resulta notable que en medio del continuo frenesí de su trabajo aún se den tiempo de mirar los edificios que nos rodean de manera diferente a la que usualmente los vemos.
Nuestros espacios públicos representan lo que hemos sido, somos y seremos. Reflejan muchas de nuestras aspiraciones así como también nuestros defectos. Por ello, debemos cuidar más la imagen que transmitimos de esos espacios tan importantes para nosotros.
Un ejemplo notorio es el libro “La Casa Veracruzana” coeditado por GEO y el IVEC y que recién se presentó en esta capital. Tiene el mérito de no sólo explicarnos las formas en que hemos habitado el espacio que hoy llamamos Veracruz sino también nos ilustra, con la dignidad que merece el caso, esos espacios tan propios que llamamos casa. Proyectos así nos muestran mejor.
Existen por todo el estado, por ejemplo, proyectos editoriales diversos que ilustran sus páginas con fotografías de arquitectura local. Ellos cuidan su calidad de impresión y contenidos así como también de sus imágenes pero éstas todavía se están quedando cortas en comparación.
El maestro Joaquín Santamaría nos mostró hace más de 50 años que podemos fotografiar nuestros espacios de manera hermosa y con gran calidad. El libro “Joaquín Santamaría. Sol de plata”, fotorreportero por cierto, al cuidado de David Maawad y Alberto Tovalín, es una muestra de que más allá de los intereses por el registro es posible plantearse intereses estéticos de mayor nivel en nuestras imágenes.
Este libro me fue comentado por Tom Jimison, encargado de la investigación sobre plástica latinoamericana de la Middle Tennessee State University. Lo señaló como un gran trabajo editorial y de investigación. Además de que el libro ya formaba parte del acervo de la biblioteca de su centro de investigaciones. Lo que me incomodó del caso fue que me preguntara por proyectos más recientes en Veracruz de calidad similar. Afortunadamente sé que el libro de “La Casa Veracruzana” podrá estar también en esa biblioteca con toda la dignidad que merece.
Una mayor exigencia de calidad por parte de los editores en Veracruz puede ser una vía para resolver estos problemas. En este sentido, estoy seguro que la designación de mi maestro Félix Báez–Jorge en la editora del gobierno del estado impulsará nuevos criterios también artísticos en la imagen de nuestro estado.
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