Texto y fotografías: Héctor Montes de Oca
La fotografía nace oficialmente el 19 de Agosto de 1839.En ese día de verano el físico y político Arago presenta a la Academia el método para producir imágenes desarrollado por Daguerre. Pese a las debilidades del sistema Daguerrotipico (muy largas exposiciones, ejemplar único) el método se extiende rápidamente, debido a que no era necesario pagar derechos para emplearlo.
No hay una fecha establecida claramente para el primer daguerrotipo de desnudo. Algunos autores como Eder lo ubican en 1844, otros en 1841 (existe uno muy conocido realizado por Le Gray datado en 1848). Podemos citar a Belloc, Berthier, Barqueáis, Olivier o Vallon de Villeneuve entre los pioneros de la fotografía artística de desnudo, que como los primeros fotógrafos de la época son todos pintores o litógrafos. Una mención insoslayable es la del pintor Delacroix, profundo admirador de la fotografía que junto al fotógrafo Durien realiza en 1851 una serie de “etudes” (estudios) en los que a una formación académica se alía a un agudo sentido de la imagen y un verdadero placer en la experimentación, que provocan hoy nuestra admiración.
Los “académicos” o “etudes” eran realizados sobre papel albuminado (la superficie espejeante de los daguerrotipos dificulta su copia) para remplazar en los talleres de pintura a los modelos vivos o a los modelos de yeso y grabados. Pero el mismo título de “académicos” no es más que una coartada para protegerse de la censura. En muchos aspectos el desnudo fotográfico es heredero y continuador de sus antecedentes pictóricos, pero la fotografía permite la aparición de un genero totalmente inédito, la fotografía erótica y la pornografía. En este campo existían antecedentes, incluso especialistas, como los grabadores franceses Gravelot ,Picar, Borel o Ellevin.
Pero una diferencia esencial separa las artes plásticas tradicionales de este nuevo medio de expresión, ya que el fotógrafo trabaja siempre a partir de la realidad y un pintor o grabador siempre tiene la opción de crear a partir de la imaginación. Es más, este recurrir a esta imaginación, en ciertas épocas, fue prácticamente obligatorio, dé que otro modo, sino, podría haber pintado Rafael su obra las “Tres Gracias” (1504) cuando existía la prohibición expresa de pintar o dibujar mujeres desnudas “del natural”. De un modo similar, (como demuestra el historiador de arte John Berger) opera el pintor español Goya, a partir de la obra que conocemos como “La Maja” y para la cual poso la Duquesa de Alba, en sucesivos dibujos fue “desnudándola” imaginariamente, para así poder pintar “La Maja Desnuda”. Por el contrario, la fotografía inaugura un nuevo vínculo con el objeto. Da fe (para quien conoce el procedimiento) de la existencia en lo “real” del “objeto” que es posible ver en la imagen.
Teniendo además en cuenta que el medio fotográfico por sus características –más sociales que técnicas- tiende a volverse “transparente”, así el espectador de una imagen erótica o pornográfica, pasa (impensadamente) al rol de voyeur, que observa como a través de una ventana, un bello e inaccesible cuerpo de mujer realmente desnudo o una escena erótica-sexual. Es más, es esa misma “transparencia” la que permite que la modelo que se “ofrece” incitante solo a la cámara o al fotógrafo, pase a ofrecerse al espectador en forma exclusiva y con mirada cómplice. Así, aquel burgués de 1850-60 que contemplaba una desnudo de estas características estaba seguro que la modelo había posado, que esa anónima belleza existía.
El contexto social en el que surge este nuevo género es el denominamos como “moral victoriana”. Las buenas conciencias de la época no tardan en poner el grito en el cielo. Sus gritos no llegan al cielo pero si a los oídos de la Ley que reacciona de inmediato imponiendo penas de multas y cárcel para los productores Así, varios fotógrafos irán a parar a la cárcel. Como suele ocurrir en estos casos, la represión sirvió para aumentar la producción a través de un circulo: a mayor represión, mayor riesgo, a mayor riesgo, mayor precio, a mayor precio, mayor ganancia, a mas ganancia mas aumento de la producción. Un ejemplo de que la represión no logro frenar la producción lo demuestra la requisa que realizara la policía londinense en 1875, al confiscar 130 mil imágenes y más de 5 mil negativos.
El género de la fotografía erótica y pornográfica, fue el más rentable, mucho más que el retrato. Sigue siendo hoy, un gigantesco negocio. Convendría aclarar que las “buenas conciencias” que clamaban en defensa de la “moral pública” eran el único sector de clase que podía tener acceso a este tipo de imágenes, lo que s e ve confirmado porque el costo de un daguerrotipo erótico o pornográfico delicadamente coloreado por un pintor miniaturista costaba el equivalente a más de dos semanas del salario medio de un obrero.
Estas reacciones denuncian el puritanismo y el rechazo al placer propios de una época pero a la vez revelan la marcada esquizofrenia e hipocresía de esta nueva era burguesa que mientras cuestiona por medio del discurso, descubre y explota el valor mercantil del cuerpo a través de la foto erótica.
Las cosas se complicarían aun mas con la aparición del sistema del inglés Talbot de negativo - positivo, (el que utilizamos actualmente), y que permitirá grandes tiradas a partir de un solo negativo original, logrando así que ese tipo de imágenes se extendieran a las demás clases sociales. Se calcula que entre 1900 y 1917 solo París produce 20 millones de imágenes eróticas y pornográficas por año, las que conocemos como las celebres “Postales Francesas”. Saber que este tipo de desnudo es la producción mayoritaria (ya que su venta está asegurada) nos permitirá comprender que muchas de las características del desnudo artístico, están determinadas por la “necesidad” de tomar distancia del género pornográfico. Un estudio atento nos permitirá descubrir que muchos de sus “nobles” postulados estéticos descansan en definitiva, sobre dos bases: El sometimiento a las pautas sociales de rechazo a la sexualidad y a los intentos de tomar distancia del genero socialmente considerado “obsceno”.
Podríamos decir que el Desnudo artístico es el hermano conflictuado desde sus orígenes por la existencia del otro prospero hermano y la ambivalencia de la aceptación social de este (internamente, privadamente codiciado y públicamente rechazado). Y que busca encontrar o reafirmar su identidad, sus propios modos de expresión, su propio territorio, a partir de los limites, siempre cambiantes, que impone tanto el otro hermano, como la propia sociedad. En este sentido, son tan importantes las diferencias que los separan, como las “apropiaciones” de formas y porque no la secreta envidia por el éxito económico. De alguna manera, el proceso del denudo artístico frente al pornográfico es similar al que llevo a la pintura a abandonar progresivamente la representación ante la imposibilidad de poder competir con la fotografía en ese terreno. Proceso plagado de conflictos, avances y retrocesos, rechazos y apropiaciones.
Desde una perspectiva más amplia podríamos decir que la división entre fotografía artística erótica y pornográfica, así como otras divisiones o géneros dentro del desnudo, lejos de ser claras, sus bordes son ambiguos y las mismas categorías se ven continuamente afectadas por los cambios culturales, económicos y tecnológicos. De algún modo estas mismas clasificaciones, en su misma lógica interna expresan de una manera sumamente compleja, la conflictiva relación que mantiene nuestra sociedad, con el cuerpo, con la sexualidad y con la imagen. A grandes rasgos y cayendo en el esquematismo podemos intentar circunscribir el desnudo artístico por lo menos durante el largo periodo que se extiende hasta la segunda guerra mundial.
Decía Warstat en 1929: “Mientras que la foto erótica emplea las estrategias más diversas para crear el erotismo, el desnudo artístico aspira a una idealización del cuerpo, nutrido de los ideales clásicos y pone el énfasis en suprimir todo efecto erótico”. Mientras que el estudio del artista impone la desnudez total, escribe Michael Kohler, la fotografía erótica, nutre su fascinación de lo que es hábilmente disimulado, zapatos, medias, ligueros, velos, son en este sentido, los atributos indispensables del erotismo. El desnudo artístico instaura una “distancia”, en cambio la foto erótica crea una intimidad, entre otros medios a través de una sonrisa cómplice o una mirada sugerente. Si el desnudo con ambición artística opta por la sobriedad, la foto erótica se realiza dentro de la exuberancia. El desnudo artístico no hace ninguna promesa, la foto erótica sugiera algunas y la foto pornográfica las cumple todas, si bien ejerce sobre el espectador un efecto muchas veces más impactante que excitante. Pero estas clasificaciones “clásicas” se ven hoy totalmente trastocadas.
El crítico y teórico Peter Weiermair escribía en ocasión de una exposición de las nuevas tendencias: “ El cuerpo esta deviniendo en el campo de batalla de numeroso debates, porque detrás de las imágenes de desnudos y de los temas tratados se encuentra también la cuestión de la identidad sexual, de formas particulares especialmente defendidas por las feministas y los homosexuales, del conflicto entre la opinión pública y la privada; y de las normas de belleza física, en una era donde: la técnica genética, el bodybuilding, la cirugía estética y la industria del culto al cuerpo es día a día más presionante. Los artistas se rebelan contra los tabúes de lo que es mostrable, se interrogan sobre la noción de pornografía y proponen nuevas formas de representar la sexualidad, así como del sentido de una utopía global. Es muy difícil predecir donde conducirá todo esto, sobre todo con la aparición de nuevos “medios” como el video y la producción y tratamiento numérico de la imagen (la imagen digital).
Una cosa es segura: El cuerpo humano es todavía, si no el único, el objeto capaz de provocar tal pasión de mirar y de su conversión en imagen. Del desnudo fotográfico, después de 160 años, podemos decir que ningún otro género apasiona a tantos fotógrafos, teóricos y aficionados. Ningún otro género fue tratado en todas las épocas de la historia de la fotografía por medio de todos los procedimientos técnicos, ni tan discutido en la mayoría de las corrientes estéticas. Ningún otro género ha sido tan codiciado y al mismo tiempo objeto de tanta represión y censura.
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